
Desde que te has ido, en mi habitación sólo hay un sonido
de soledad, de hastío; de risa hueca y de vacío…
todo se ha desvanecido, casi todo lo he perdido
esperando al amor que ya es olvido.
Los caminos cubiertos de flores
que antes me vieran pasar como tu dueño,
quedaron tirados y marchitos, ya no pasaremos por allí,
tú te has ido y el amor partió contigo.
¡Me he quedado solo, sin amor y sin alma!
como quedan los muertos allá en el campo santo
con los ojos cerrados, cubriendo mi dolor
y los puños crispados por la rabia.
El trinar de un pajarillo en primavera
me recuerda que estoy vivo y que aun siento,
siento un año más de mi desdicha y tú abandono
y ésta realidad brutal de quererte y no tenerte.
Más de pronto, mi mente tiende un puente
entre el ayer y el presente, y todo pasa nuevamente
tu cara, tu sonrisa y los rizos de tu pelo
cayendo suavemente por tu níveo y terso cuello.
Y sonrío como cuando recordaba junto a ti
el día que te conocí hasta el día en que me dijiste: ¡sí!
… Con rictus de dolor miro al infinito,
¡Deseando ver tu rostro... bonita!
¿Olvido?... no hay olvido, hay soledad y melancolía,
y la ilusión perdida de saberte ¡siempre mía!…
¡y éste dolor que llevaré hasta la muerte!
por haberte dejado partir… sin detenerte.
26/06/09
de soledad, de hastío; de risa hueca y de vacío…
todo se ha desvanecido, casi todo lo he perdido
esperando al amor que ya es olvido.
Los caminos cubiertos de flores
que antes me vieran pasar como tu dueño,
quedaron tirados y marchitos, ya no pasaremos por allí,
tú te has ido y el amor partió contigo.
¡Me he quedado solo, sin amor y sin alma!
como quedan los muertos allá en el campo santo
con los ojos cerrados, cubriendo mi dolor
y los puños crispados por la rabia.
El trinar de un pajarillo en primavera
me recuerda que estoy vivo y que aun siento,
siento un año más de mi desdicha y tú abandono
y ésta realidad brutal de quererte y no tenerte.
Más de pronto, mi mente tiende un puente
entre el ayer y el presente, y todo pasa nuevamente
tu cara, tu sonrisa y los rizos de tu pelo
cayendo suavemente por tu níveo y terso cuello.
Y sonrío como cuando recordaba junto a ti
el día que te conocí hasta el día en que me dijiste: ¡sí!
… Con rictus de dolor miro al infinito,
¡Deseando ver tu rostro... bonita!
¿Olvido?... no hay olvido, hay soledad y melancolía,
y la ilusión perdida de saberte ¡siempre mía!…
¡y éste dolor que llevaré hasta la muerte!
por haberte dejado partir… sin detenerte.
26/06/09
No hay comentarios:
Publicar un comentario